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TIRO LIBRE

Ni antes estaban tan mal ni ahora está todo hecho

PEDRO RAMÍREZ

Domingo, 12 de marzo 2017, 00:20

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No soy de los que piensan que las cosas cambian sin más de la noche a la mañana y, mucho menos, que ocurran fruto de la casualidad. Y sí que hay circunstancias y momentos puntuales de nuestras vidas que nos hacen sentir más fuertes y capaces de retomar el camino correcto.

Por tanto, tampoco soy de los que creen que el Unicaja antes lo hiciera todo rematadamente mal y ahora, de pronto, sea todo lo contrario. Detrás de cualquier equipo que se precie de serlo, detrás también de este Unicaja, hay un trabajo serio que indudablemente ha buscado con ahínco una evolución en su juego y la natural e imprescindible adaptación de sus jugadores a los roles que les ha dado su entrenador y que cada uno de ellos ha de asumir para que este funcione. De esa manera, hemos ido viendo cómo esa confluencia de jugadores 'pequeños' y de calidad que integran la plantilla -más acostumbrados en sus trayectorias, en muchos casos, a emplearse a fondo en tareas ofensivas- han ido modelando su juego a las exigencias del equipo aumentado paulatinamente su responsabilidad y generosidad en la cancha, sometiendo sus egos al bien común más que al engorde de sus propias estadísticas, mejorando sus prestaciones defensivas, actuando con una mejor selección de sus tiros y avanzando su colaboración en pro de un mayor equilibrio entre el juego interior y exterior tan imprescindible siempre (mientras los Warriors no sigan demostrando lo contrario) en la construcción de un equipo ganador.

El Unicaja ha ganado un partido muy importante en Múnich, el que más, posiblemente, a lo largo de esta temporada, que viene en un buen momento para reivindicar muchas cosas que se han puesto en duda en los últimos tiempos, como la capacidad del equipo y de algunos de sus jugadores, la configuración de la plantilla, el trabajo del entrenador, la gestión deportiva del club y su liderazgo, la gestión en los despachos. y que sirve a modo de bálsamo para aliviar el escozor de una herida que también se venía abriendo ante la incomprensión de una parte de la afición. Pero no debemos olvidar que no deja de ser sólo un partido, para bien o para mal, con el que es imposible tapar algunas carencias importantes, paliar o resolver todas las dudas y arreglarlo absolutamente todo. Aún queda pendiente despejar incógnitas de este proyecto por mucho que demasiadas veces nos empeñemos en analizar las cosas sólo a través de las cuestiones técnicas o del cristal del último resultado.

Es una prueba de carácter, un espaldarazo a la hora de gestionar y afrontar mejor lo que queda de temporada y los momentos verdaderamente importantes, que aún están por venir, un subidón de autoestima imprescindible para equipo y afición a la hora de abordar con mejores garantías las nuevas oportunidades que al equipo se le ponen por delante que les permita intentar demostrar a ellos mismos, a sus seguidores y a propios y extraños que son capaces de conseguir «algo bonito esta temporada». Pero, eso sí, creo que hay que mantener la prudencia necesaria en previsión de los vértigos que produce el sometimiento a tanto bandazo que estamos viendo, con el ferviente deseo de que se trate al fin de ese punto de inflexión, por demás irreversible, que tanto se andaba buscando.

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