El deporte presenta situaciones muy particulares en las que un resultado puede marcar la historia de un equipo, unos jugadores, un club, una afición y hasta una ciudad. Hace 16 años el Unicaja ganó en una remota localidad de los Balanes el primer título de su historia, la Copa Korac. Sin saberlo, aquel éxito introdujo al club en el camino del éxito, de la ambición y del crecimiento constante que lo hizo miembro habitual del grupo de los mejores equipos de España y de Europa. Nadie sabe lo que habría pasado si no se hubiese ganado aquella final contra el KK Hemofarm. Puede que el globo de la ilusión se hubiese desinflado o que el gran patrocinador que tiene se hubiese aburrido. Pero el caso es que se ganó.
Hoy, a partir de las 20.30 horas, el Unicaja se vuelve a citar con la historia. Está ante otro partido que puede volver a cambiar por comple to el rumbo del club en las próximas temporadas, porque hay muchas cosas en juego. La primera y más importante es el valor anímico y de ilusión que supondría ganar un título para una afición que ha pasado por una etapa muy negativa hace no mucho tiempo. Sería un chute enorme de energía para el proyecto ahora que circulan tantos rumores en escenarios ajenos a lo deportivo. Por otro, está la posibilidad de lograr el billete directo para la Euroliga. Es el momento perfecto para volver a reivindicarse como uno de los grandes clubes de Europa tras quedar excluido de forma injusta del nuevo modelo de competición que Jordi Bertomeu se sacó de la manga.
Y es el momento clave para regresar a la Euroliga ante la ampliación que se avecina.
Ganar la Eurocup sería un respaldo más a la candidatura del Unicaja para estar en la gran liga europea junto a los mejores equipos del continente. Lo cierto es que después de 15 temporadas en la Euroliga de forma consecutiva y casi siempre en el ‘Top 16’ es un argumento de sobra, pese a que a los gestores del torneo no les pareció suficiente.
Ambiente
El partido es para no perdérselo. Se enfrentan dos equipos con 40 minutos por delante para conseguir un título en un pabellón que tendrá un ambiente formidable y en el que el Valencia parece inexpugnable, pues sólo ha perdido dos encuentros de los 25 que ha jugado como local en lo que va de temporada entre Liga y Eurocup.
Parece que el Unicaja lo tiene todo en contra, pero su convincente despliegue en el segundo encuentro de la final disputado en Málaga, y su seria actuación en el primero jugado en Valencia ha relanzado sus opciones. Nadie se atreve ahora a apostar al cien por cien por el equipo que dirige Pedro Martínez, lo cual es mérito también del buen trabajo del Unicaja.
Ganará el equipo que más lo desee, el que más energía ponga en la pista y el que sepa aguantar la presión en momentos decisivos. Las claves son conocidas después de seis enfrentamientos esta temporada entre ambos (dos de liga, dos del Top 16 de la Eurocup y los dos últimos de la final).
La defensa del Unicaja es el factor que ha mercado los dos primeros partidos de la final. El Valencia ha ido siempre a remolque y en el primer duelo sólo le salvó la actuación de Bojan Dubljevic con dos triple inesperados en los últimos dos minutos. En el segundo encuentro, el cuadro malagueño minimizó el peligro del montenegrino gracias a su control del rebote y al buen encuentro de Omic. Ahora el Unicaja tiene el reto de mantener ese nivel de intensidad durante otros cuarenta minutos para así poder levantar el título, pues el Valencia es un equipo de gran carácter y capacidad para competir y no perdonará ningún despiste.
Y luego hay algunas incógnitas. La principal en el bando malagueño es saber en qué estado llega Nedovic al encuentro. No se ha ejercitado tras la lesión en el gemelo izquierdo que sufrió en el segundo partido y sin él el Unicaja es menos peligroso. El concurso de Musli es poco probable, mientras que en Valencia podría reaparecer Diot. Esto es lo que hay, las cartas están sobre la mesa. Cuarenta minutos por delante para conocer al campeón de la Eurocup y al equipo que jugará la próxima Euroliga.
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