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Sábado, 7 de octubre 2017, 00:44
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Fue uno de los primeros movimientos del Unicaja en el mercado de fichajes: una oferta cualificada por Giorgi Shermadini. El club cajista se lanzaba de cabeza por el entonces jugador del Andorra que había sido el mejor pívot de la pasada temporada. La apuesta fue celebrada por los aficionados, teniendo en cuenta los números que el georgiano había promediado y sus buenas actuaciones a lo largo de diez meses, en especial en la Copa del Rey y la fase por el título con el club andorrano.
Sin embargo, el movimiento descuadraba en el perfil que se buscaba. Shermadini es con sus 2,17 metros lo que se conoce como un 'siete pies', y no un pívot más móvil y rápido, algo que se consiguió con la llegada de James Augustine. Quizá lo que más chocaba era que, teniendo en la plantilla a Dejan Musli con contrato, para qué se fichaba a Shermadini. Sea como fuere, la calidad del georgiano está fuera de toda duda y eso era suficiente para justificar su contratación.
Sin embargo, Shermadini está pagando el peaje que sufrieron otros jugadores de características parecidas a las suyas en campañas anteriores. No es fácil para un jugador lento como él y acostumbrado a jugar cerca del aro adaptarse al estilo de juego que emplea el Unicaja, especialmente el defensivo.
No ha hecho falta mucho tiempo para comprobar que a Shermadini le está costando. Se comprobó en la pretemporada y los dos primeros partidos de Liga lo han ratificado. En estos encuentros, el pívot promedia cuatro puntos y cinco rebotes, aunque el dato más llamativo es que ha cometido nueve faltas personales. El jueves, ante el Burgos, un equipo con un juego interior notablemente inferior, fue eliminado al principio del último cuarto después de lograr 6 puntos y 3 rebotes. Por momentos se le vio perdido entre el protagonismo del juego exterior en el cuadro malagueño y sin recibir balones cerca del aro, que es su hábitat natural. Es decir, desaprovechado.
Quizá el dato más llamativo de esa desubicación son las faltas personales, cinco el jueves y cuatro el domingo ante el Murcia, lo que lo dejó en el banquillo muchos minutos. La temporada anterior, Shermadini jugaba más protegido en el Andorra, sin la necesidad de realizar las ayudas defensivas lejos de la zona que ahora le penalizan tanto en el Unicaja. En dos partidos no cometió ni una falta personal y promedió 14 puntos, 5 rebotes, 2 tapones y 22 de valoración.
La alternativa para aliviar la situación del pívot es que el equipo se adapte a sus condiciones cuando esté en la pista, por ejemplo, modificando la defensa, para que pueda explotar todo su potencial. Es una cuestión que seguro se han planteado los técnicos. Sin embargo, esto no se hizo en el pasado con otros jugadores como Golubovic o el propio Musli.
Y precisamente el serbio asiste fuera del equipo al particular intento de Shermadini por salir de este laberinto táctico en el que se encuentra. Musli ha sido descartado para las tres primeras jornadas y no debutará hasta la próxima semana en el choque de la Euroliga contra el Fenerbahçe. Plaza le retiró la confianza en la recta final de la campaña anterior después de caer lesionado. Fue después de que fuese elegido mejor pívot de la Eurocup (14,2 de valoración, con 11,7 puntos y 3,9 rebotes).
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