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Carlos Suárez lanza un tiro libre
El Tiro libre

El Tiro libre

Cinco contra cinco ·

Berni Rodríguez

Martes, 9 de enero 2018, 00:23

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Definición: «Un tiro libre es una oportunidad concedida a un jugador para que consiga 1 punto, sin oposición desde una posición detrás de la línea de tiros libres y dentro del semicírculo», (Artículo 43.1.1 reglas oficiales del baloncesto).

En teoría el tiro libre es la única acción del juego que siempre es igual: misma distancia de lanzamiento, nadie te defiende, tienes tiempo para pensar el tiro... Eso es lo que ustedes se creen porque la realidad es bien distinta. El tiro libre tiene una parte emocional que nadie ve y que condiciona esa aparente facilidad de ejecución.

Habrán visto cientos de veces a jugadores de muchísimo nivel fallar tiros libres y no se explican cómo es posible que, siendo un tiro tan sencillo, sean capaces de hacerlo. Y es que a menudo la cabeza juega malas pasadas, especialmente en estas situaciones. Por ejemplo, tener tiempo para pensar es un arma de doble filo ya que por un lado te ayuda a concentrarte, pero por el otro, te puede provocar dudas. Esos cinco o seis segundos de los que se dispone para lanzar un tiro libre te pueden hacer pasar una mala jugada.

Ahora les pido que no sólo lean esto, sino que además se pongan en situación y lo imaginen: quedan un par de segundos para acabar el partido, pierden por un punto, reciben falta y tienen la obligación de anotar esos dos tiros libres para poder ganar. Además, el partido, que es en casa, es clave para digamos pasar a semifinales de la liga ACB, o peor aún, si los fallan, su equipo quedará fuera del ‘play-off’ y será una desilusión absoluta para todos sus aficionados. ¿Van sintiendo la presión? Pues esto no se queda así. Son 10.000 personas mirándole y confiando en que usted, que cobra mucho dinero, no va a fallar, que seguro que anota ya que es su obligación. Añadamos algo más al gran momento que está a punto de vivir: acaban de pedir tiempo muerto. Recuerdan esos cinco o seis segundo para comerse la cabeza? Pues ahora es un minuto entero, con todos sus eternos sesenta segundos, durante los cuales sus compañeros le irán tocando el hombro con cara de: «No fallarás, no?» o «Confiamos en ti». Durante el tiempo muerto su entrenador, marcando la estrategia a seguir, dice: «Si falla hacemos falta rápida, pero tranquilos que los mete seguro». Ahí lo llevas.

Sigan imaginando. En eso que va hacia el tiro libre, un jugador del equipo rival (encima es amigo que jugó con usted en temporadas pasadas), le susurra al oído alguna burrada para desconcentrarle. El árbitro por fin le da la pelota para lanzar y entonces ocurre lo que para mí era lo peor: su público, con la mejor intención de ayudar, empieza a sisear para acallar el ruido y que así se pueda concentrar mejor. Sin embargo ese silencio te hace más consciente de dónde estás. Todo el mundo te mira y tienes que anotar.

¿Meterían sus dos tiros libres? ¿Aguantarían la presión? No se preocupen si no anotan porque no es fácil. He visto fallar a los mejores jugadores del mundo en situaciones similares (justo eso es lo que yo me decía a mí mismo mientras tiraba para aliviarme un poco de tensión). Me he encontrado en más de una ocasión en la tesitura de tirar tiros libres decisivos y desde la experiencia, sólo les pido que la próxima vez que estén en el pabellón viendo como uno de sus jugadores a falta de pocos segundos está en la línea intentando concentrarse, por favor, disimulen, sigan haciendo ruido.

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